lunes, 19 de febrero de 2007

Laguna de los Porongos


La Laguna de los Porongos se encuentra enclavado en tierra santiagueña, en pleno monte virgen del departamento Rivadavia, a más de 400 kilómetros de la ciudad capital. Las imágenes, los sonidos y los aromas que emanan de este tesoro natural enamoran el alma y desintoxican el espíritu. Infinitas especies de aves, una increíble variedad de animales salvajes y un impresionante espejo de agua cristalina brindan un espectáculo colosal para los ojos de cualquier ser humano. Y, al igual que en la versión original, este paraíso santiagueño también tiene sus moradores. Son hombres y mujeres que viven en ranchos en la costa de la laguna y que se alimentan de la caza y de la pesca, y que practican un deporte muy particular: atrapar ñandúes con boleadoras.
La Laguna de Los Porongos guarda en su vientre reservas naturales de flamencos rosados, parientes próximos de los anátidos, es decir, de las ocas y de los patos. Su plumaje rosa, a veces es casi rojo o palidece para volverse prácticamente blanco. Esta coloración del plumaje depende de régimen alimenticio, porque el flamenco extrae la sustancia colorante que le proporciona su tinte rosa de los minúsculos crustáceos de los que se alimenta.

Flamencos rosados
Los flamencos tienen el cuello similar al del cisne y un fuerte pico, con una especie de tamiz con el cual separan del barro los cangrejitos y algas de los cuales se alimentan, como también de otros insectos de agua.
Lo más extraño de estas aves es el pico, más grande que la cabeza, curvado hacia abajo y con la punta negra. Los dedos delanteros están unidos por una membrana, como en las palmípedas, pero pertenecen a la familia de las zancudas.
El cuarto dedo es muy chico y lo tiene vuelto hacia atrás.
Cuando llega a ser adulto mide hasta un metro y sus alas desplegadas, de extremo a extremo, en algunos ejemplares llegan a tener más de un metro y medio. Viven en grandes colonias y son muy prevenidos. Siempre se los ve en lagunas con poca vegetación y costas con mucha visibilidad para observar de lejos el peligro.
En estas bandadas hay siempre encargados de la seguridad. Si ven o presienten algo extraño, o una señal, echan a volar. Todos juntos presentan el aspecto de un hermoso manto rosa. Normalmente eligen las lagunas y lagos de aguas saladas, pero no desechan los dulces.
En muy contadas ocasiones se los ve en rencillas y si eso sucede, de inmediato llega la cordura. En sus descansos, a orillas de las lagunas, se los puede apreciar en su característica pose: parados en una sola pata por largas horas y en el mayor silencio, puesto que no son rumorosas, como otras aves zancudas graznadoras.
Construyen sus nidos con las patas, que consisten en montículo de barro de hasta treinta o cuarenta centímetros de altura. En el centro hacen un hoyo en el cual depositan dos huevos.
La incubación es de sesenta días, aproximadamente, y para cumplirla se alternan la hembra y el macho.

Garza mora
La garza mora tiene el privilegio de ser la mayor de las garzas. Con sus aproximadamente 75 centímetros, le da un toque señorial a su presencia. Es arisca y solitaria. Tiene plumas en la nuca que sobresalen hacia atrás y abajo. Da clases magistrales de cómo pescar de un picotazo y de cómo arreglárselas para tragar de un bocado a su presa.
Es un ave esbelta, que no tiene diferencias entre ambos sexos. Es la garza más grande y se caracteriza por un vuelo lento y acompasado, aunque puede desarrollar grandes velocidades cuando se siente amenazada. El adulto alcanza un metro o más. El pico tiene unos 17 cm de largo. El cuello es muy largo y se pliega en forma de S.
Boyero El boyero es natural de las Américas. Su distribución comprende desde México hasta Bolivia, Brasil, Paraguay y norte de la Argentina. También se encuentra presente en algunas islas del Caribe.
Se mantiene solitaria y en parejas. El nido es una plataforma rudimentaria de ramitas. Los huevos son color beige. Se alimenta de semillas y frutas que obtiene en la tierra. De longitud mide de 22 a 23 cm. Solamente existen en el mundo seis especies, todas ellas de extraña belleza, cuyos colores varían del rosa al escarlata brillante.

Tero
Su presencia es típica en las proximidades de lagunas, lagos, ríos, arroyos. Se los puede ver en todos los lugares en donde existan tierra húmeda y pastito. Es muy elegante, con su plumaje contrastante entre el blanco y el negro. Además, lo engalana un fino y coqueto copete hacia atrás.
Es muy cómico, pues cuando camina o está quieto, hace “agachadas” clásicas sin explicación. Sus alas están provistas de una espuelita de combate y en su parte superior poseen un fuerte espolón rojo. Se los ve solo, en pareja o en bandadas. Cuando se alarman, levantan vuelo emitiendo gritos muy estridentes, como “tero, tero, tero”.
Es muy astuto con el cuidado de su nido, pues ante la presencia de un intruso teatraliza la situación echándose como si estuviera empollando, pero en otro lado, para que el visitante se dirija hacia él. En algunas ocasiones hace vuelos cortos alejándose de su nido con la apariencia de no poder volar bien, como si estuviera herido, y lo repite varias veces cada vez más lejos, hasta que pase el peligro.

Chajá
Es un ave que se domestica fácilmente. Hay muchos relatos de tales ocasiones. Su alimentación es vegetal y no ofrece peligro a los polluelos de las otras aves. Al contrario, como que adopta a aquéllos más pequeños. El macho y la hembra son bastante similares. Son capaces de nadar como los patos. El vuelo es fuerte, a tal extremo que se confunden con las águilas y los buitres en el aire.
Debajo de la piel, en todo el cuerpo tiene espacios vacíos. Le llaman cavidades de aire. Éstas le sirven para flotar en el agua y amortiguar los golpes. Lo cual tiene mucho sentido en otras aves, pero no mucho en el chajá. Si nos fijamos en las patas, veremos lo ancha que son, esto es debido a las cavidades. También justifican el poco peso de un ave tan grande. Un adulto pesa de 3 a 4 kg. Su largo total puede llegar a 90 cm y su altura a 70 cm.
Por lo general, es un ave de buen temperamento. Se las ve en parejas y en ocasiones en grupos hasta de cien. Y tienen bastante tolerancia con aquéllos que lo molestan. Pero si se da el caso de tener que defender su territorio, están bien preparados para hacerlo. En cada ala tienen dos espolones córneos que usan en la defensa. Cuando se faja, lo hacen dando aletazos. Con frecuencia clavando los espolones en el agresor.

Gallareta
Con el nombre genérico de gallareta se suele identificar a estas aves. Existen varias especies. Con su cuerpo rechoncho, cola pequeña y su silueta fácilmente reconocible, las gallaretas integran una parte del paisaje habitual de lagunas abiertas o ríos con vegetación densa. Son aves bulliciosas y hábiles nadadoras. La coloración general es común a todas las especies, dominando el color gris en todo el cuerpo, excepto la cabeza y el cuello, que son de color negro. El pico es delgado, alargado y en la región frontal presentan un típico escudete. Desarrollan su vida en grandes bandadas y con su comportamiento ruidoso rompen el silencio con un agradable conjunto de sonidos característicos.

Se divierten atrapando suris montados a caballo
No hay señal de televisión, ni por aire, ni mucho menos por cable. Nadie tiene teléfonos, pues las señales no llegan. En este lugar, nunca entregan diarios ni revistas. Las computadoras casi no se conocen, como tampoco muchos íconos de la modernidad que hicieron más “placentera” la vida del hombre.
Pero a los habitantes de la Laguna de Los Porongos parece no importarles esta situación, pues viven tan naturalmente que estas “indispensables” herramientas modernas le parecen triviales.
Por ello, quizá, es que eligieorn como una de sus diversiones favoritas atrapar ñandúes montados a caballo. “Esto lo hacemos siempre. Nos juntamos con los muchachos de aquí y armamos la competencia”, explicó a EL LIBERAL Cruz Mansilla, un baquiano que vive en la cota de la laguna.
“Aquí no tenemos muchas opciones para divertirnos, pero una de ellas es atrapar ñandúes subidos a los caballos. Nos vamos a unos kilómetros de aquí, donde viven, y comenzamos la competencia”, indicó.
Cruz comentó que la mayoría de los pobladores del lugar comen los ñandúes. “El gusto de la carne es parecida a la del potrillo. Es muy rica. Además, se pueden preparar muchas comidas”.

Características
Los ñandúes son aves que no vuelan, y por su semejanza con los avestruces africanos, son llamados comúnmente avestruces sudamericanos. Pero, dentro de las grandes diferencias que existen entre estas dos especies, los primeros son mucho más pequeños en tamaño y, por lo general, no superan el 1,40 m de altura.
Durante la época reproductiva, el macho se torna agresivo emitiendo fuertes “bramidos” y realizando elegantes movimientos con su alas. Él es quien construye el nido, incuba los huevos y cuida a los pichones.
En la Argentina existen dos especies de ñandú: el común (Rhea americana), que se lo puede encontrar en el norte y centro del país hasta Río Negro, y el petiso o choique (Rhea pennata), que habita las estepas alto-andinas y patagónicas.
En criaderos artificiales, los principales productos que se obtienen son la carne, el cuero, aceite, plumas, huevos y ejemplares vivos. La carne es roja y sabrosa, de bajo tenor graso y calórico y con alto contenido proteico y de ácidos grasos poliinsaturados. El cuero posee un diseño con características distintivas que le otorgan durabilidad y flexibilidad. Se pueden producir camperas, zapatos, botas, carteras, cintos, etc.
En el caso del aceite, su uso es muy variable, ya que puede tener fines cosméticos, medicinales y nutricionales. Las plumas sirven para la confección de vestimentas y plumeros. Los huevos infértiles son vaciados y se elaboran con ellos diversos adornos y artesanías. En el caso de la comercialización de ejemplares vivos, como futuros reproductores, aumenta la rentabilidad de la empresa.

Nota: La información y las fotos que acompañan esta nota fueron extraídas de diario El Liberal