sábado, 27 de enero de 2007

EL CARNAVAL


El origen del carnaval es desconocido y, por lo tanto, es un tema discutido. Los griegos ya lo celebraban en el año 1100 a.c., de modo que es una de las festividades paganas más antiguas. El carnaval suele relacionarse con la evolución y la adoración de Isis (la diosa de la maternidad y la fertilidad en la mitología egipcia), con las Bacanalia, las Lupercalia y las Saturnales romanas.
En Santiago del Estero se lo celebra de distintas maneras. Por ejemplo en las poblaciones del interior, los carnavales, se realizaban en las trincheras, las que consistían en largos troncos horizontales que eran sostenidos por horcones clavados en el suelo. Tras de ellos estaba la cancha para el baile, rodeada de bancos. Todo el mundo concurría a las trincheras, hombres y mujeres de distintas edades. Antes se jugaba con suma galantería y delicadeza. Se pedía permiso a las madres para embadurnar la cara de sus hijas con una mezcla de almidón, canela y clavo de olor. Se regalaban también, huevos, pintados o teñidos, de preferencia las mozas a los mozos.
A las trincheras, debía concurrir la gente a caballo para poder intervenir en las "pechadas" (Sólo los muy pobres lo hacían a pie). Los participantes, hombres y mujeres, trataban de llegar al "trinchero" o travesaño. Los que estaban cerca de él, trataban de impedirlo. Llegado ante el palo, el jinete debía hacer saltar a su caballo, de modo de penetrar en medio del baile, donde se le prendía cohetes hasta que "cosquillee" (corcovear). Las mujeres "pa hacer pechiar" usan "pollerones" amplios y gruesos. La fiesta continúa con bailes, "upías" y cantos. Al amanecer, los coros estallan en vidalas.
En Las Termas de Río Hondo la primera señal la daba el bombo leguero (porque se escuchaba a casi una legua de distancia), llamando para el encuentro. En la antigua Villa Río Hondo se encontraba una comparsa de "Indios vidaleros", que estaban pintarrajeados y adornados con vinchas de plumas y recorrían las calles bailando y cantando. En algunas ocasiones iban a caballo y eran dirigidos por un paisano vestido de gaucho.
Entre los disfrazados podían verse los vestidos con ropa que llevaban espejitos, un brujo, un diablo de larga cola, alguna mujer vestida de dama antigua, otras de chinitas, con coloridas faldas y cintas y pañuelos en la cabeza, que también llevaban flores.
Vino, empanadas y algunos pastelitos, mucha aloja y trozos de patay o pan criollo era lo que se servía en los bailes.
Al atardecer se suele armar una payada, que hacen oír su voz en sabrozas coplas o cadenciosas zambas. Se bailan gatos y chacareras, bien movidas. Pero lo más popular eran las guitarreadas que se extendían durante toda la noche.
Al carnaval se lo esperaba y se lo vivía y también se lo despedía. Es lo que se conoce como la Kacharpaya.

LA KACHARPAYA
El entierro del Carnaval tiene un simbolismo religioso en el cual lo pagano se subordina a la concepción cristiana del pecado. La aparente relación dionisíaca del rito del enterramiento del Carnaval que se efectúa en Santiago, del Estero, tiene vinculaciones directas con el dogmatismo que siempre condenó el libertinaje de las carnestolendas y que imponía el acto de la purificación luego de los días de jolgorio desmedido.
De una de las carpas sale un hombre disfrazado de viejo decrépito, con unas largas barbas postizas y el traje completamente desgarrado. Detrás de él, una mujer disfrazada con harapos negros y completamente desgreñada, llorando desconsolada-mente. El hombre es el Carnaval, muerto, que lo "llevan a enterrar", y la mujer, su viuda, que lo llora sin consuelo, Detrás de ambos personajes, que cruzan el pueblo, van uniéndose en extraño cortejo, hombres y mujeres que abandonan las danzas y libaciones, y que entonan, al son de las cajas, las vidalas de la despedida. A su paso, al hombre que simboliza el Carnaval lo adornan con serpentina, le arrojan harina, ceniza, cereza y chicha; le cuelgan rosquillas, rosquetes y muñecos de pan, en tanto las vidalas lloran en las voces cascadas por el alcohol.
La viuda arreciará sus chillidos a medida que el cortejo va acercándose al lugar de la sepultura. Ahí estará el hoyo, pequeño, donde el Carnaval se mete, y los circunstantes le echan poquita tierra, para que al año se pueda levantar Los vidaleros repetirán el estribillo, desesperadamente, ante el túmulo abierto, mientras cada cual alzará un puñado de tierra y lo arrojará a la sepultura.
Las cajas vuelven tristes a los boliches en acompasados sones.
En las provincias de Santiago del Estero, Catamarca y zona de los valles de Tafí, entre los contrafuertes del Aconquija, aparece la Kacharpaya, especie de muñeco que la tarde del martes, ya entrada la noche, se quema bajo los algarrobos, colgado de un alambre. En la zona de Bandera, próxima a los límites de la provincia de Santa Fe se la representa con un gran muñeco relleno de paja y cohetes. Este comienza un infernal estruendo cuando las llamas de la fogata lo alcanzan. La turba que ha salido de los boliches para presenciar el "entierro del Carnaval", grita desaforadamente ante la explosión de los cohetes, y las vidalas se hacen oír desde el corro que circunda a la fogata.
Poco a poco, a medida que el fuego realiza su obra destructora, el silencio retorna en los valles y en la selva. El Carnaval es ahora un gusto amargo en la boca y un cansancio que busca sueños.

2 comentarios:

La Turca y sus viajes dijo...

Hola!!!!!!!!!!!

DANIEL, espectacular tu blog. Le dedique un post a una amiga blogera, que habla de la tierra de sus abuelos “LAS TERNAS de RIO HONDO”.

No soy de turismo, pero amo a mi país profundamente y soy una viajera incansable.

Si me lo permitís mencionare tu blog en el mió.

G.R.A.C.I.A.S.

Un besote.

La Turca y sus viajes dijo...

DANIEL, bueno lo de los duendes, espero que no me encuentre el de la siesta, jejejejej.

Te mencione en mi blog, gracias, cuando quieras te invito a dar una vuelta por mi casa, va nuestra casa.

Un besote entre duendes.